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viernes 24 de junio de 2016 - 20h

Yo también soy un niño, presentación del libro de fotografía de Alejandro De Bernardi

El Autor

Alejandro De-Bernardi

Nacido en Gijón, en 1973, Alejandro De-Bernardi Cueto ha trabajado como periodista, sobre todo en prensa y radio, en diversos medios de comunicación de Asturias. También ha sido director de comunicación de distintas entidades públicas y festivales, y asesor en comunicación. Además de colaborar en varios proyectos literarios, ha publicado la novela "La Isla del Tesoro z" (Dolmen Editorial) y es autor del blog sobre fútbol "El ojo del suplente". Como fotógrafo ha realizado siete exposiciones individuales, tanto en festivales culturales (la Semana Negra y el Salón Internacional del Libro Iberoamericano) como en salas (Fundación Alvargonzález, Galería Altamira o Sala Barna de Barcelona).

El Proyecto

"Yo también soy un niño" es una mirada a nuestro alrededor, en la que se pretende reflejar las duras condiciones de vida de esos otros niños para los que aspectos de nuestra vida cotidiana son auténticos lujos, a veces casi inalcanzables. Surgida la idea a raíz del nacimiento de la primera hija del autor, la cercanía de estas trágicas situaciones, muchas veces mucho mayor de lo que pensamos, sirvió al mismo tiempo para la recreación de las escenas, ya que no hubo que viajar a escenarios exóticos ni a zonas en conflicto. A veces el drama está, literalmente, a la vuelta de la esquina.

Posteriormente se le incorporó un texto a cada foto, de manera que las palabras completasen la imagen y viceversa, de modo que el mensaje tuviera más fuerza y, por último, se hizo la fotografía que cierra el libro, una imagen que se incorporó mucho más tarde que el resto y que pretende reflejar a todos aquellos que luchan por revertir esta dura situación.

El objetivo principal era, de todos modos, poder destacar esas situaciones pero sin emplear la imagen de ningún niño; dejar espacio a la imaginación del espectador para que complete cada escena. Para que, en lugar de ver el hecho consumado, sea él quien se imagine todo lo que le rodea, todo lo que lleva a que a un niño le acabe sucediendo lo que se ve en la foto. De este modo, no sólo se evita el sensacionalismo, sino que además se consigue implicar al espectador en lo que está viendo y enviarle un mensaje igual de duro. O quizá más.