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viernes 25 de octubre de 2024 - 17h30

Concentración contra los Premios Princesa

NI MONARQUÍA, NI FUNDACIÓN: QUITEMOS EL VELO A LA FUNDACIÓN PRINCESA DE ASTURIAS

La Monarquía española está envuelta en una crisis permanente y profunda. A la crisis de legitimidad de su origen (fue impuesta por un sangriento dictador tras un golpe de estado y una cruenta guerra que acaba con la Segunda República), deben añadirse la multitud de bochornosos datos que vamos conociendo pese a una brutal censura de décadas y que constituyen un evidente deterioro de la imagen de la instituciòn, una crisis moral.

La crisis de legitimidad democrática, tras 46 años de Constitución, sólo se puede solventar con una consulta a la sociedad española mediante un referéndum que de pie a la reforma constitucional. La crisis moral que el desempeño personal de la institución monárquica ha generado no tiene solución, a la luz de los datos que han salido y los que quedarán por salir.

Ya dijo Talleyrand que es costumbre real robar, pero que los Borbones exageraban. Juan Carlos I, el ahora Emérito, viene a dar la razón a esta máxima. Desempeñó su cargo abusando de su condición de inviolable, confundiendo de hecho la inviolabilidad del cargo que la Constitución Española le confiere para entrar de lleno en la sombra de la impunidad bajo la que ha estado atechado durante todo su reinado, y aún después, como estamos viendo. Impunidad que atenta directamente contra principios fundamentales de la propia Constitución y de cualquier sistema que pretenda pasar por democrático como la igualdad. Los reyes no tienen conciudadanos, tienen súbditos.

El ciudadano Juan Carlos, emigrante en un resort de lujo en Abuh Dabi, con viajes público- privados a las mejores marisquerías de las Rías Baixas gallegas, más allá de las asignaciones presupuestarias a la Casa Real, amasó una insondable fortuna como comisionista, cuyo remanente (el que sobrevivió a sus sucesivas amantes) pretende legar ahora a sus hijas, cuyas familias también han pasado mal el filtro de la corrupción y la falta de ética.

No son sólo problemas personales. De los últimos datos conocidos se infieren el uso incontrolado de fondos reservados para tapar las miserias reales y un papel cada vez más oscuro en la intentona golpista del 23F, muy distinto al que las versiones oficiales nos han intentado colocar a los sufridos súbditos de Su Majestad y más acorde a alguien que juró los principios del movimiento franquista y no los de una democracia constitucional y parlamentaria a los que debería haber servido.

A su hijo, Felipe, y a la descendencia de este, ha intentado legarle, tras su abdicación ante la ruina de su imagen cazando elefantes mientras el pueblo español sufría las consecuencias trágicas de una brutal pandemia y una profunda crisis económica, nada menos que la Corona.

A su supervivencia, la de la Corona, intenta ayudar, como objetivo principal, la Fundación antes Príncipe, ahora Princesa de Asturias. La Fundación es una institución privada con financiación mixta, bajo cuyo patronato se ocultan las élites económico financieras con raíces en la estructura económica franquista y que sobreviven hoy como los sectores oligárquicos en las grandes empresas y bancos propietarios del país.

Con verdadera inteligencia política, con astucia, los gestores de la Fundación están intentando blanquear la Corona y proyectar luces de futuro sobre la misma con la entrega de unos Premios cada vez más populares, con premiados de nítido cariz progresista y actos abiertos al público en general. No todos los actos son abiertos al populacho, la ceremonia de la entrega de Premios, que tiene lugar en el Teatro Campoamor, es un auténtico besamanos con lo más granado de las élites asturianas y españolas. Esa es la verdadera escenificación simbólica del poder económico y político, que se renueva año a año.

Este año se suman al vasallaje cortesano el Ayuntamiento de Oviedo, con los votos de los dos grandes partidos (PP y PSOE) y los de la derecha extrema (VOX) para nombrar a la nieta de Juan Carlos Alcaldesa de Honor, y el gobierno del Principado de Asturias, otorgando a la misma persona, suponemos que basándose en sus méritos, la Medalla de Oro de Asturias.

Desde las Marcha Republicana Asturiana sólo nos queda convocar a la ciudadanía asturiana, a la ciudadanía democrática, a alzar su voz en pro de la apertura de un proceso político realmente democrático que concluya con el fin de la recurrente restauración borbónica y con el advenimiento de la Tercera República.

¡Nos vemos el viernes 25 de octubre, a partir de las 17:00 horas, en la Plaza de la Escandalera, frente al Teatro Campoamor de Oviedo!
¡Salud y República!