martes 16 de abril de 2019 - 19h30
Proyección fotográfica sobre Asturias. El país del agua
Hay dos bromas, de las que a veces le gasto a Juanjo Arrojo, que son mis preferidas: cuando lo comparo a un trasgu con cámara fotográfica, y cuando le digo que da un canónigu "pequeno" muy interesante, y que le voy a encargar una sotanina a su medida.
Y es que una de las cualidades que más admiro de este enamorado de la cultura y los paisajes de Asturias llamado Juanjo Arrojo, es su sentido de la amistad, del compañerismo y del humor.
Si yo fuera fotógrafa, la imagen de Juanjo que os plasmaría aquí es la del eterno andarín, con su mochila repleta de accesorios fotográficos y de ilusiones, siempre ojo avizor, rastreando los paisajes y los paisanajes, olfateando cada instante, aprehendiendo cada aroma, y enfrentándose a las luces, a las sombras y a los contrastes con valentía.
En cualquier lugar de Asturias aparece de pronto Juanjo Arrojo, con su trípode en ristre cual D. Quijote con su lanza. Con su boina y su pequeña coleta, con su inconfundible estética de narrador gráfico heredero de la bohemia europea del siglo XX.
Ahí está siempre Juanjo raudo y veloz para captar el detalle: esa libélula, esa orquídea, esos helechos, esos hongos o esos páxaros… Para captar lo pequeño y lo grande de Asturias. Ese rincón o esa vista panorámica.
Os aseguro que con este D. Quijote de la fotografía asturiana, merece la pena ser una Sancha Panza, una escudera fiel que aprende sin cesar de los consejos del maestro y de sus inagotables conocimientos, que manan como si de una surgencia infinita de ésas de los Picos de Europa se tratara.
Juanjo Arrojo, talante apasionado, espíritu artístico, principios solidarios, retiene en su retina cada centímetro de esta piel rugosa y accidentada de la vetusta y arcaica Asturias.
Ahora, en la aventura que podréis vivir en estas páginas, este incansable explorador de las Asturias ha decidido recorrer las venas de este ínclito pedazo del planeta tierra. Ha decidido sumergirse en las acuosas entrañas de este reino preñado de misterios y leyendas, de historias prodigiosas en las que la supervivencia ante la adversidad es la eterna esencia identitaria.
Y en este reino despojado a menudo de su memoria y dignidad, Juanjo se convierte en una especie de galeno que nos guía y nos muestra las cristalinas y saludables venas de Asturias: los ríos que nos llevan y van a dar a otros ríos o a la mar…
Juanjo Arrojo se torna en este instante preciso discípulo de Jorge Manrique y nos recita, a través de su poética fotográfica, que las vidas, las muchas vidas de Asturias son sus ríos, que siempre van a dar a la mar… que es el vivir.
Juanjo es el pez en el agua. Un pez con un apéndice irrenunciable - su cámara fotográfica -, que bucea y bucea hasta conseguir que aflore ante nuestros sentidos la inconmensurable belleza y energía de un país de agua. El país de Juanjo Arrojo.
Esther Canteli
Organizado por Manglar